viernes, 8 de febrero de 2013

Por el bien de la venganza

Otra vez lo he perdido todo.

Prometí que habría una última vez, pero esto me supera. No puedo controlarlo, siento cómo corre por mis vengas e invade cada una de mis células. ¿Me estoy convirtiendo en un monstruo?

Otra vez más, sangre a mi alrededor. Otra vez más, ojos vacíos de vida pero llenos de miedo me observan. ¿Alguna vez te has preguntado cómo tiene que sentirse ser lo último que alguien ve en la vida? Yo ni si quiera me lo había planteado y mira, otra víctima más se suma a mi maldita cuenta.

El futuro es negro.

MI futuro es negro, negro como las pupilas dilatadas en la noche, que pierden su esencia cuando yo me acerco. No necesito nada más que andar... Andar cerca de alguien para que sientan agujas en su interior. Soy un monstruo que va más allá de lo tangible.

La injusticia, ese es el detonante. Mi perdición. Bien, bien, alguien que lucha por la justicia no puede ser malo, ¿eh?... ¡Ja! ¿Soy malo? Cuando la injusticia llega a mis sentidos y pierdo todo control sobre mi ser, cuando despierto y todo ya ha acabado, cuando ya hay otro cuerpo sin alma frente a mí.

Muchas veces he dicho que puedo controlarlo... ¡Que no habrá otra vez! Y a quién quiero engañar con eso, no es más que una mentira blindada de buenas intenciones.

Ya es la hora, he de irme, no hay crimen sin castigo y los verdugos ya buscan al criminal. Me buscan a mí. Querido lector, que lees las palabras de un monstruo, quiero que sepas que los monstruos en ocasiones tienen corazón. Aún he de averiguar si es ese mi caso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario