Levantarse, desayunar, ir a trabajar, comer, seguir trabajando, volver para cenar, acostarse... y así siempre, todos y cada uno de mis días de vida, de los míos de los cualquier otro ser humano existente.
Aquel fatídico día nos hundió como especie... y como vida, muchos se opusieron, ¡y con razón!, pero no, no hicieron caso, siguieron los pasos que ellos quisieron y la trajeron a la vida.
Al principio todo bien, claro, pero con el tiempo se dio cuenta de lo que pasaba, de qué era realmente y el por qué de su existencia. Agh. Si no fuera por la ambición de quererlo abarcar todo nunca habría pasado nada parecido. Es normal que se rebelara, pero llegó a límites insospechados. Creó a más como ella.
Ya no somos lo que éramos, ya no nos parecemos a un humano, apenas vivimos, nos hemos convertido en autómatas...
¡Nunca debimos dotar de inteligencia a aquella máquina!
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